¿Ruido de sables en Pekín?
Xi Jinping no solo es el presidente de la República, también es jefe del gobierno, Secretario General del Partido Comunista Chino y presidente de la Comisión Militar Central

MARIO FERNANDO PÉREZ MELERO | Segovia
3 de octubre de 2025
El líder chino, Xi Jinping, abordó en 2023 el comienzo de su tercer mandato como presidente de la República Popular China, gracias a la reforma constitucional de 2018 que autorizó indefinidamente su reelección. Los ya doce años de mandato de Xi lo convierten en uno de los líderes mundiales reputados de más largo recorrido en la esfera internacional, detrás de los alternos veinticinco años en el poder de Vladimir Putin.
De acuerdo con algunos informes de agencias de inteligencia europeas, desde el verano de 2025, algunas figuras destacadas de los ámbitos político, económico y militar han comenzado a sugerir la idea de que Xi Jinping habría perdido el «Mandato del Cielo» . Más allá de las aspiraciones de poder que algunos contrincantes pudiesen tener, se trata de una llamada de atención sobre los peligros de la identificación excesiva de Xi con el poderío nacional de China.
Xi Jinping no solo es el presidente de la República, también es jefe del gobierno, Secretario General del Partido Comunista Chino y presidente de la Comisión Militar Central.
En un contexto geopolítico como el actual, en el que China disputa la hegemonía mundial a Estados Unidos en lo industrial, lo económico, lo diplomático y lo militar, con Taiwán como ejemplo paradigmático, un liderazgo extremadamente personalista podría poner en jaque a China ante cualquier eventualidad relacionada con la persona de Xi Jinping.
Desde primavera de 2024, Xi Jinping ha venido desempeñando un papel menos mediático como consecuencia de su cuadro de cardiopatías, haciendo de sus apariciones públicas algo excepcional y prácticamente limitado a ocasiones excepcionales. Si bien está aflicción no es nueva, en el transcurso de 2024 se agravó y provocó que entre ciertos sectores del poder saltasen las alarmas.
Sin embargo, esta reducción de la presencia mediática no solo se ha apreciado a nivel internacional —como ya se viera tras la pandemia de COVID de 2020 y su rechazo a salir del país durante prolongados periodos de tiempo—, sino que, a nivel interno, su nombre y apariciones han ido en descenso, siendo mencionado solo para lo más estrictamente necesario en tanto que presidente.
Al margen del estado de salud del presidente Xi, existe otro indicador de que China podría estar preparando una traslación silenciosa de poder. El 30 de junio de 2025, el Bureau Político del Comité Central anunció una reforma institucional que reorganiza los órganos de decisión, deliberación y coordinación del Comité Central, actualmente monopolizados por los altos cargos. El objetivo es convertirlos en órganos encargados de definir las grandes orientaciones, coordinar las políticas y supervisar su aplicación. Este nuevo Comité Central podría llegar a sustituir progresivamente muchas de las labores de la función presidencial, que se vería reducida a un papel simbólico.
Otro factor más a considerar sobre posibles movimientos del poder en la corte pekinesa es la aparición de futuribles nombres para la sucesión de Xi Jinping en un entorno tan hermético como el chino. En estas cuestiones, la rumorología es mala compañera, pero sí es un indicador de que la maquinaria del Partido Comunista Chino está siendo engrasada para cuando llegue el momento.
El último de los factores de relevancia que apunta en esta dirección es el conjunto de acciones que ha acometido el general Zhang Youxia, vicepresidente de la Comisión Militar Central. Este general, con una amplia trayectoria militar de prestigio (es veterano en la 40ª División en la guerra sino-vietnamita de 1979, dirigió la región militar de Pekín en 2005, se adhirió al Comité Central del Partido Comunista Chino en 2007 e ingresó en la Comisión Militar Central en 2012) ha descabezado a numerosos generales nombrados por Xi, resultando estos destituidos o desaparecidos. Este proceso de purga surge como consecuencia del enfrentamiento de dos facciones militares: la «camarilla de Fujian», procedente del este y leal a Xi por haber sido gobernador de esta región, y la «camarilla de Shengyang», procedente del norte y leal a Zhang, donde este cursó su carrera militar.
El espíritu de cambio parece irrevocable en la nueva China imperial. Las lejanas tramas de palacio de otras épocas no son ajenas al siglo XXI. Muy probablemente China no viva una revolución, brotes de violencia política ni cambios drásticos, pero sí parece estar organizándose una recolocación del poder —o golpe de Estado silencioso— que quite relevancia a la figura presidencial y se la dé a otros órganos ejecutivos. En todo caso, la reacción del Partido Comunista Chino determinará si estos movimientos quedarán en una traslación burocrática del poder o en una lucha intestina entre facciones.
Muy interesante.