El Dalái Lama rescata el enfrentamiento con China
La voluntad de Pekín es que la búsqueda de la reencarnación del Dalái Lama se dé exclusivamente dentro de territorio chino y que cuente con la aprobación del gobierno central

(AP Photo/Ashwini Bhatia)
MARIO FERNANDO PÉREZ MELERO | Madrid
12 de julio de 2025
El Tíbet, tradicionalmente evocado por producciones cinematográficas estadounidenses y su exotismo particular, se ha situado en el foco internacional por las palabras de un anciano Dalái Lama, de 90 años, quien anunció el pasado 2 de julio que experimentaría una reencarnación y que, a tal efecto, el Gaden Phodrang Trust (el órgano ejecutivo institucional del Dalái Lama) se encargaría de encontrarla y proclamarla como su sucesor.
El actual Dalái Lama, Tenzin Gyatso, fue reconocido como tal en 1940, antes de la ocupación del Tíbet por parte de China en 1951. Hasta ese momento, el Dalái Lama era el gobernante del Reino del Tíbet. En 1959, el líder tibetano abandonó Lasha, la capital tibetana, y se exilió en la fronteriza ciudad de Dharamshala, desde donde ejerció el gobierno del Tíbet en el exilio y el liderazgo espiritual del budismo vajrayana.
El proceso de búsqueda de su sucesor suele durar entre uno y cuatro años. Durante este proceso, se busca a un varón nacido en torno a la fecha de fallecimiento del anterior Dalái Lama. En este caso, el actual líder budista ha indicado que el órgano de designación debe buscar su reencarnación fuera de China o de territorios controlados por esta.
Tras las palabras del Dalái Lama, el ministro de Asuntos Exteriores chino, Mao Ning, se pronunció al respecto. La voluntad de Pekín es que la búsqueda de la reencarnación del Dalái Lama se dé exclusivamente dentro de territorio chino y que cuente con la aprobación del gobierno central. El proceso debería “seguir los rituales religiosos y marcos históricos previstos, así como ser gestionado de acuerdo con las leyes y regulaciones nacionales”.
El jefe del gobierno tibetano en el exilio, Penpa Tsering, ha rechazado la injerencia china en el proceso de elección y ha advertido de que el pueblo tibetano nunca reconocería un Dalái Lama impuesto por Pekín.
La decisión sobre cómo debe regirse la sucesión del Dalái Lama, referente para veinte millones de budistas, tiene implicaciones de carácter geopolítico.
El pueblo tibetano ha sido históricamente caracterizado por su marcada actitud pacifista. Hasta 1949, el gobierno tibetano había restado importancia a la Defensa, reduciendo sus Fuerzas Armadas a mínimos. Sin embargo, ante las intenciones de Mao Zedong de anexionar el Tíbet a la República Popular China, el gobierno tibetano intentó rearmarse apresuradamente. La superioridad militar china dejó sin opciones al Reino del Tíbet.
La actual capacidad táctica y organizativa de los tibetanos frente a una potencia militar avanzada como China es nula. Sin embargo, este es un caso de crucial relevancia geopolítica por el control de los recursos disponibles.
La Meseta del Tíbet es denominada como el “Tercer Polo” o la “Torre de Agua de Asia”. Esta exótica región almacena en altura millones de litros de agua helada que acaba discurriendo por los ríos de la India y China, como el Yangtsé, el Indo, el Mekong o el Ganges.
En uno de estos ríos, el Yangtsé, China construyó la famosa Presa de las Tres Gargantas, la mayor del mundo, con una capacidad de producción eléctrica de más de 100TWh al año, energía suficiente para abastecer a 29 millones de hogares españoles en el transcurso de un año.
Paralelamente, el gobierno chino autorizó en 2024 la construcción de la Presa del Cañón de Yarlung Tsangpo en la región del Tíbet, con previsión de generar 300TWh al año. Esta presa, además de satisfacer las demandas energéticas de millones de hogares e industrias, otorgaría a Pekín la llave de un río que continúa su curso por la India y desemboca en Bangladesh, y de cuya agua dependen millones de personas río abajo.
El Tíbet es una región sensible para China y declaraciones como las del Dalái Lama, aunque no sean capaces de lograr la independencia del Tíbet por el evidente desequilibrio de fuerzas, sí pueden suponer un resurgimiento del separatismo tibetano y del apoyo internacional a la causa, incluso dentro de China, ya que esta figura religiosa también es referente para muchos budistas chinos. De hecho, Estados Unidos y la India, como principales rivales de China, han venido manifestando muestras de apoyo verbales al Tíbet, quizá no tanto por refrendar el derecho a la libre determinación de los pueblos, sino más bien por utilizar este caso contra China en su propia Guerra Fría.